La Semana Santa de Boñar y el "Cristo yacente"

Del 6 al 14 de marzo de este año 2010 se celebraron las "I Jornadas de Semana Santa. El Santo Sepulcro en la provincia de León" en el Auditorio de Sahagún. Para las mismas recibí la invitación de los organizadores para colaborar con un artículo que iluminase la historia de la semana santa y el paso del "Cristo yacente" de Boñar. Esa pequeña semblanza histórica tomó la forma siguiente:


La iglesia parroquial de Boñar acogió desde su inicio una imaginería relativamente escasa. Téngase en cuenta que la población de la villa hasta el siglo XVIII no llegaba a unos sorprendentes 400 habitantes. Será con la llegada de un nuevo párroco en 1.791 D. Manuel López Galiano (oriundo de la provincia de Guadalajara) cuando se acometa la fábrica actual de la iglesia. Una obra que tardó casi una década en materializarse debido a los retrasos sufridos a causa de la ocupación francesa y la subsiguiente guerra de la independencia española.

El nuevo templo con una planta de cruz latina pura se adorna con soportales a ambos lados de la nave central que serán incorporados como naves laterales interiores a comienzos del siglo XX.

Boñar, como villa señorial con renombre y mercados de referencia (recuérdese la feria de S. Pedro de tres días de duración o la actual feria de El Pilar adaptada en formas de mercadillo multitudinario en nuestros días que no ya la añorada jornada de tratantes y ganaderos) fue siempre muy sentida en el vivir religioso.

En el siglo XIX tenemos ya referencias a la devoción y la celebración de la semana santa por la feligresía boñaresa con diversas imágenes aunque los comentarios no nos desvelan con qué imágenes cuenta la parroquia para estas ocasiones. Sí podemos decir por datos posteriores que antes que comenzara el siglo XX contaba ya con dos procesiones la del “Silencio” en la noche del viernes santo y la del “Encuentro” el domingo de Pascua, en las cuales se podían contemplar la “Oración del huerto”, la “Flagelación”, el “Encuentro con la Verónica”, La “Piedad”, el “SANTO ENTIERRO”, el “S. Juanín”, así como la “Resurrección”. La mayoría de los pasos son guardados en la sacristía.



Antes de estrenar el nuevo siglo. Los padres capuchinos de León reciben un hermoso retablo que en un principio tenía como destino la catedral de León. Su recepción supuso también que el retablo antiguo desmontado fuera donado a la parroquia de Boñar donde, por sus dimensiones hubo de ser colocado en cuatro partes: el frontal superior como retablo mayor, y las tres hornacinas inferiores, dos en ambos brazos del crucero y la tercera en la nave lateral derecha. Para ocupar ésta última, un matrimonio de la villa dona a la parroquia la hermosa imagen del Cristo crucificado en 1905. En el discurrir del siglo y las obras lógicas de mantenimiento interior se habilitó una peana elevada donde se colocó la imagen de la Piedad.

Con estas premisas llegamos a la fatídica fecha del 5 de marzo de 1965. Ese día se produce un incendio que destruye toda la sacristía y en ella arden todas las tallas que eran procesionadas en la tradicional procesión del silencio del viernes santo. Sólo el Crucificado y la Piedad se salvan por estar expuestas en el templo.

En finales de 1980 llega un nuevo párroco, D. Carlos Santos Vega que impulsa la recuperación de las procesiones. Para ello se compran en los talleres Serquella de Olot (Gerona) las imágenes de la Resurrección y el Nazareno en 1983. Al año siguiente se les encarga la Oración en el Huerto.

En 1989 se adquiere el “CRISTO YACENTE”. La urna de madera noble que lo cobijará será realizada y regalada a la parroquia por los hermanos Cañón Barreal, nietos de Desiderio Cañón, carpintero y escultor del famoso maragato de la torre de la iglesia de Boñar. El paso es procesionado por primera vez el 24 de marzo (viernes santo) de ese mismo año. Es colocada en el anda del antiguo Santo Entierro y portado por seis braceros. En ese momento visten una túnica y capillo cónico morados.

Esta uniformidad es mantenida hasta la semana santa de 1996. Ese año se toma la decisión de encargar unas andas nuevas dado es mal estado de las antiguas y la intención de dignificar el paso. Ello pone en marcha también la organización de quienes están ligados al mismo. Se “constituye” así a comienzos de 1997 la “cofradía del Cristo yacente” de Boñar. Los hermanos se distribuyen en tres grupos: manolas, acompañantes (que portan faroles) y braceros. A ellos se unen el portaestandarte de la cofradía y el seise.

La vestidura actual se compone de túnica negra entablada en su mitad inferior, capillo bajo negro y cíngulo gris. Túnica, capillo y cíngulo son adornados con hilo plateado.

© Juan Carlos García Caballero

Vida del Teniente Coronel Bocinos

En la primavera de 2009 escribía un post dedicado a la calle Tte. Coronel Bocinos. En él esbozaba con brevedad y tiento los escasos datos que lograba rescatar de diversos archivos, principalmente del Archivo Histórico Provincial de León y el Archivo Parroquial de Boñar.

En ese momento no imaginaba el regalo que me esperaba a la vuelta de unos meses. Internet y sus posibilidades se pusieron a trabajar para alumbrar un esclarecedor encuentro. En los primeros compases del otoño de ese año, se ponía en comunicación con quien les escribe un nieto de nuestro querido Bernardino. En una sentida conversación me iluminó sobre su abuelo y la vida familiar. Así pude saber que la tradición militar ya le venía a Bernardino de casta y que a su muerte se había publicado en un número de Diario de León de principios del siglo XX una breve semblanza de su vida.

Sirvan éstas y las siguientes líneas para agradecer a este entrañable nieto su deferencia conmigo y con todos los que, curiosos, se acercan a este sentido blog de nuestro querido Boñar. Un historiador no es nadie sin fuentes y si son cercanas son un regalo por la aportación real que pueden ofrecernos sobre la vida de sus seres queridos. Además aprovecho para excusar la tardanza de este artículo pospuesto, como no, por otras obligaciones profesionales.

Para ser fiel al testimonio escrito sobre el Tte. Cor. Bocinos (1846-1907) que han puesto en mis manos les expondré el contenido de dicho artículo periodístico. Para ampliar algunos datos biográficos les remito al post anteriormente nombrado de este mismo blog.

Sepan entonces que a los 14 años de edad, Bernardino ingresó en el Seminario de León, donde cursó el latín y filosofía, estudios que tuvo que suspender por haberle correspondido en suerte el 1867 el ir a hacer el servicio militar.

Su buen obrar y méritos de guerra en la milicia se pusieron pronto de manifiesto lo que explica que en tan sólo seis años, sus 27, ya portara las tres estrellas de la graduación de capitán.

En su vida militar sirvió en el Regimiento de Infantería del Rey, en el de Asturias, Gerona, Magallanes y Tercio de la Guardia Civil de Filipinas. Asimismo formó parte de la Subinspección del 7º Cuerpo del Ejército, fue Secretario del Gobierno militar de La Coruña y Lugo y, desde ahí vino a la zona de León y a la Caja de Recluta hasta que, a petición propia se retiró para volver a vivir a su patria chica, Boñar.

Entre otros acontecimientos de armas podemos situar al Tte. Cor. Bocinos en Málaga (1868), Castrejana, Zorroza y Bilbao (1873) donde fue sitiado. Tomó La Guardia y atacó el Fuerte de San Marcos (1974). Asistió a las batallas de Lacar y Lorca, Sierra de Tuyo, Treviño, Restra y participó en la rendición del Castillo de San León (1875). Posteriormente estuvo en las Acciones de Vilarreal, Arlaban, Fuerte de San antonio, Urgiriba, y la batalla de Elgueta y Oria.

Se le concedieron diversas condecoraciones:

- Cruz blanca sencilla del mérito militar
- Medalla de Bilbao
- Cruz Roja del mérito militar de primera clase
- Medalla de Alfonso XII con pasadores de Pamplona, Treviño, Elgueta y Oria.
- Medalla de la Guardia Civil con pasadores de Monte Muro, San Marcos y San Marcial.
- Benemérito de la Patria (por Real Orden)
- Cruz de Isabel la Católica en el Ejercito de Filipinas (lugar donde fue herido en un pie).
- Cruz sencilla de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo
- Placa de San Hermenegildo.

Y, finalmente transcribo literalmente un párrafo del mismo que resume su personalidad militar: “nunca temió el peligro, ni retrocedió ante el enemigo; fue muy considerado con sus jefes y respetado y querido por sus inferiores, que le seguían siempre confiados en el triunfo".

© Juan Carlos García Caballero