San Roque y su ermita (I)


Miremos un “poco” atrás. Retrocedamos varios siglos. Hasta el XIV y nos encontraremos que las desdichas en las zonas rurales se habían multiplicado debido a interminables brotes pestíferos y a una serie de malas cosechas. Ello va a fomentar el fervor popular religioso de los pueblos que buscan en los Santos una intercesión casi milagrosa que aparte de ellos tales males.

Uno de los santos protectores al que más se encomendaban las personas era S. Roque, un personaje francés (nacido en Montpellier) que dedicó su vida a cuidar y atender a los “apestados” de ese momento que le llevaría a contraer esa misma enfermedad. Hasta nuestro Boñar llego también la fama y santidad de Roque. La protección del santo debió de notarse pues lo lugareños se lo agradecieron con la construcción de una ermita. No la actual. Sabemos que a finales del siglo XVII la familia Fernández Bandera donó unos “suelos de casa” para su edificación. Esta antigua ubicación bien pudiera coincidir con su localización actual como veremos. También ignoramos, empero, la fundación de la cofradía. Los libros de la misma que se custodian en el archivo parroquial de Boñar arrancan el 16 de agosto de 1.732 y en él se asentaban sus bienes (dineros, obras pías, ganados…) En la primera anotación se toman las cuentas al cofrade D. Andrés Delgado, mayordomo de ella en el último año, y es relevado por D. José Ortiz.

Que tenía una ermita no se duda. Apuntala la tesis el que en 1.754 D. Antonio de Robles, el mayordomo, asiente el pago de 174 reales por la compra y los portes de la imagen del santo, y que el sucesor en el cargo, al año siguiente, anote 300 reales por su pintura y estofado, cometido encargado al maestro José Terán. Todo ello once años antes de que la erección de la actual planta de la ermita comience a tomar forma en el mismo lugar que su predecesora.
El 13 de febrero de 1.766, el párroco de Boñar D. Lorenzo de Collantes junto a D. Antonio Gaspar de Robles (mayordomo de la cofradía), D. Diego Alfonso y Felipe Glez. Canseco (diputados de la cofradía) se reúnen con el maestro de cantería Antonio Sierra, asturiano del concejo de Llanes para plasmar las condiciones de la obra. Destacamos los datos más relevantes:
- Tendrá de largo, incluido el pórtico, 50 pies (14mts.) y de ancho 16 pies (4,5 mts.).
- La capilla mayor será repartida a “ochavo” por la parte que mira al norte (el presbiterio), con bóveda de piedra toba, (porosa y ligera pero resistente) de medio punto. Estará enlosada con grada, peana y altar. En ella se abrirán dos ventanas de una vara de alto (83’6 cms.) y se alzará una espadaña pequeña.
- Su arco toral será de piedra y tendrá basa y capiteles y a la altura de éstos, en redondo llevará una línea de sillería.
- Encalarán sus muros y abrirán la puerta principal en la pared de mediodía y será un arco de 5 pies de ancho (1’40 mts.) con su correspondiente altura y realizado según arte. A ambos lados de la puerta dos ventanas llanas de piedra labrada con cierre enrejado.
- El precio convenido asciende a 5000 reales a los que se añaden otros 200 reales, valor de la madera que pudiera aprovechar de la antigua ermita para andamiaje, cimbras y demás.
- Plazo de ejecución: debe estar cubierta para S. Miguel de septiembre de este año y acabada y entregada (“fenecida en un todo” dice literalmente el documento) para el día de S. Juan en junio del año próximo de 1.767
Puesta en marcha la obra, la piedra toba es extraída en Oville y Barrio de las Ollas, y de Adrados traen un calero. Puestas las puertas principales de 130 reales de valor, el herrero de Vegamián ajusta la cerradura observado por “Castañón”, que compone la tierra de alrededor.
La delicada economía de la cofradía obligará a que S. Roque contemple la bendición de su nuevo hogar sin altar. Su paciencia y el empeño de sus “hermanos” tendrán que perseverar doce veranos para admirar el retablo del maestro Ramos y otros diez más para que éste pueda ser dorado. Así en 1.788 el montante final de la obra asciende a 12.589 reales.

© Juan Carlos García Caballero


El pendón parroquial de Boñar

Justo es iniciar este post agradeciendo la buenísima disposición que los dos últimos párrocos de Boñar, D. Carlos Santos Vega y D. Abel Viñuela Suárez, han tenido para aguantar con santa paciencia las horas de investigación que he desarrollado en el archivo parroquial de Boñar. Y que son los artífices de que os desvele también muchas de las interioridades de nuestra historia. Mi afecto más sincero Carlos y Abel. Vamos ya al Pendón parroquial de Boñar.

Al iniciar un recorrido por los libros de cuentas de la fábrica de la iglesia de S. Pedro de Boñar la primera referencia que encontraremos es el 1 de junio de 1.606 cuando el párroco toma las cuentas al mayordomo de la misma, Juan Gutiérrez, y el apartado de Descargo éste anota 720 reales y medio por gastos de un pendón, una capa y una casulla.

Habrá de transcurrir algo más de medio siglo para que el mayordomo Pedro de Castro registre el pago de su peana, encargo realizado en piedra con un coste de doce reales.

En 1.660 visita la villa el señor D. Diego de Tapia, canónigo de la catedral de León en sustitución del obispo. Entre sus mandatos figura uno que obliga a la fábrica de la iglesia a componer el pendón; es de imaginarse que el pendón referido se hallaba en mal estado. No consta que este mandato se cumpliese pues no encontramos asiento ni de su encargo ni de gastos invertidos para ese fin ni tampoco para su constante conservación en los años siguientes.

Deberemos esperar, por tanto, hasta mediados de octubre de 1.682, para que D. Antonio Lial y Roys, comisario del Santo Oficio y visitador general del obispado, mande que, sirviéndose de las cuentas de la Lámpara del Santísimo, se compongan una cruz de plata, unas ampollas para los Santos Óleos y un pendón. Y es tras esta visita cuando se suceden varios descargos destinados a sufragar diferentes conceptos relacionados con él. En concreto, el mayordomo de la fábrica Juan Pérez, anota 248 reales dos años después. Al siguiente, será el mayordomo de la Lámpara del Santísimo y de S. Jorge, Domingo Fdez. Llamazares, quien declarará haber entregado al cura párroco 78 reales para el pendón. Finalmente, en 1.686, se pagan otros 104 reales, y doce más a la persona que lo trajo desde Madrid.

En la primavera de 1.730 se procede al apeo de los bienes, rentas (censos, misas de aniversario, sepulturas dotadas) y alhajas de la fábrica de la iglesia de Boñar ordenada por D. Francisco de Acevedo, probablemente el administrador del marqués de Astorga en esta zona, y D. Manuel de Brugos, miembro destacado de la villa. Nombran por notario de la iglesia a Antonio Sánchez, vecino de Burón. Cuando examinamos el listado de las alhajas aparece un “pendón de damasco encarnado carmesí de 23 varas nuevo con borlas”. Es decir, de más de 19 metros de longitud. Y un poco más adelante, constatamos lo que se conservaba del antiguo: “un pedazo de damasco de un pendón viejo”.
En todo el siglo XVIII, se invertirán nuevo reales y medio en el pendón nuevo - tres y medio en 1.751 y seis en 1.762 -, y otra cantidad en 1.797 que no podemos fijar pues en su asentamiento engloba lo gastado en él con las hechuras de albas y manteles, 36 reales en conjunto.
Es en la toma de cuentas de esta última mayordomía, en mayo de 1.798, cuando se asientan en la data los diversos conceptos de materiales utilizados para componer un nuevo pendón, a la sazón, se supone, el que ha alcanzado a duras penas el comienzo del siglo XXI y que será relevado con prontitud, por su “descendiente”. Pero centrados en la data que ahora nos ocupa, las partidas abonadas fueron las siguientes:
A) 704 reales por 22 varas de carmesí de Damasco.
B) 48 reales del fleco
C) 10 reales de una vara de holanda
D) 10 reales de seda
E) 58 reales y 10 maravedís de hacer el pendón, el fleco y el galoncillo
El coste total fue de 888 reales y 10 maravedís.

Por hacer dos pequeñas comparaciones con cifras de esta misma época, esta cantidad era lo que podía alcanzar, en venta, el derecho a beneficiarse durante un mes de la actividad de un molino harinero o el precio medio pagado para obtener el arriendo del abasto de carnes de Boñar por cuatro años.
El penúltimo dato registrado referido a los pendones, lo refleja en 1.895 el párroco de entonces, D. Ildefonso Valcuende. Son 3 pesetas y 75 céntimos que se pagan por la cornisa del pendón.

A comienzos del siglo XXI se renueva prácticamente por completo el pendón por su estado lamentable. Se compran vara o palo, cruceta de coronación y cordaje de los vientos. La tela de damasco y galoncillo que se puede conservar se respeta y se repara aquellos paños que necesitan una reposición completa. Sólo esta última operación alcanza los 2.400 euros.

© Juan Carlos García Caballero

Calle Teniente Coronel Bocinos. Bernardino, el militar

Hay siempre personajes cuya trayectoria vital parece que nos huye de manera continuada. Uno de ellos es el militar que nos ocupa en estos momentos. Ello y la trayectoria profesional lejos de Boñar.

Ante la denominación de la calle se esconde una pista de ayuda y de despiste al mismo tiempo. Una mano tendida pues la familia Bocinos fue relevante en el panorama local sobre todo, en la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del XIX cuando dos miembros de la saga, Francisco y Diego Glez. Bocinos, padre e hijo fueron escribanos de la villa. D. Francisco era natural de Cerecedo y allí continuó una rama de la familia. A finales del siglo XVIII nace en ese pueblo Carlos Glez.-Bocinos García (¿sobrino y primo de los precedentes?) que se casará con la boñaresa Felipa García-Bances Robles. Este matrimonio tendrá ocho hijos y el penúltimo, nacido el 19 de mayo de 1.846 recibirá el nombre de Bernardino.

De Bernardino Glez.-Bocinos García sabemos poco. Sí, al menos, que a los 39 años, todavía soltero, era Capitán teniente de Infantería en situación de reemplazo.
Desarrolló su labor militar en destinos como Gijón donde conoció a la que acabaría siendo su mujer, Doña Joaquina Alonso-Villaverde Salaregui, trece años más joven que él. ¿Familia, descendencia? Sigue la incógnita.
Si podemos aventurar que tras una exitosa carrera militar en la que llegaría a obtener el grado de Teniente Coronel de la Armada, en su retiro regresó a la tierra boñaresa que le vio nacer. Aquí fallecería un 14 de mayo de 1.907 a los 61 años. Su esposa le sobrevivirá cinco años más.

Hoy quien quiera rendirle unos momentos de homenaje puede acercarse al cementerio municipal. Su panteón está bien identificado. Entrando por la puerta del centro del mismo, en la cara de la carretera, lo encontraremos en quinto lugar hacia la izquierda.

La actual calle Tte. Cor. Bocinos. es una de las radiales de la plaza del Negrillón que nos lleva al barrio de “las eras”. Sin embargo, perezosa prefiere acomodar su recorrido al corte que hace “la loma” hasta la finca particular en la que se cría ganado caballar. En ella está asentado el popular mercado de los lunes y una casa señorial muy probablemente ligada a la familia política de D. Inocencio Mateo, más en concreto a su suegro, D. Baltasar Rodríguez.

© Juan Carlos García Caballero


Calle Inocencio Mateo. D. Inocencio, el notario

Personas relevantes pasaron por Boñar pero con la impronta del personaje que nos ocupa pocas hubo. En realidad tendríamos que referirnos a D. Inocencio Luis Mateo Rodríguez.

Centrados en el primer apellido bien podría decirse, y no sin razón, que su familia paterna no procedía de estas montañas. Así es. D. Juan José Mateo Martínez, su padre, había nacido en un pueblo de la provincia de Guadalajara, en Milmarcos. ¿Cómo llegó a esta zona? No lo podemos corroborar a ciencia cierta pero es muy probable que llegara de la mano de otro de los personajes más notables de la villa, paisano del mismo, el sacerdote D. Manuel López Galiano.

D. Juan José contrae matrimonio en 1.790 con Doña Francisca Javiera Rguez. López, hija del escribano-notario de Boñar por el estado de Frías-Uceda-Toral D. Baltasar (desde 1.760 a 1.811) y de Doña Luisa. Tras su hermano mayor nace Inocencio Luis el 28 de diciembre de 1.792. Librado en su primera juventud de realizar su servicio militar, privilegio que le costó a su padre la nada despreciable cifra de 4.000 reales, se casa con Doña Jacinta Vallejo Alonso, natural de Valdevimbre, de familia acomodada y dedicada a explotación de las viñas y la comercialización del vino. Allí nació su prolija descendencia aunque sólo uno de ellos, la pequeña Eutiquia se casaría en Boñar.
El 2 de abril de 1.819 obtiene la escribanía-notaría que ostentara en su momento su abuelo D. Baltasar. Permanecerá 46 años en ella. En la decisión inicial de optar a esta plaza subyacía seguramente una razón médica: la delicada salud de Inocencio por sus continuas crisis asmáticas. Así vivió unos prolíficos 73 años hasta su fallecimiento a comienzos de 1.866.

Y llega el momento de la hipótesis más plausible. ¿Por qué recibió la actual calle su nombre? Está documentalmente probado que su hermano D. Isidoro (que nació tras él) una vez ordenado y tras estar responsabilizado de diversas parroquias fue agregado a la de Boñar en 1.815 y será su párroco desde 1.823 a 1.864. Igualmente que la rectoría que habitaba (con la panera con tres llaves que la acompañaba) es la casa de la derecha donde se bifurcan la calle que nos ocupa y la de la Guardia Civil. No es arriesgado pensar que D. Isidoro viviera conjuntamente con su hermano D. Inocencio y su esposa.

Apuntemos que esta zona se documenta en el siglo XVIII como Valles bajeros y el sitio concreto que nos ocupa más concretamente como “a la fuentica”, en referencia a un pequeño manantial adecentado ya en 1.774 (desde el siglo XIX hasta nuestros días es más conocido como la “fuente de la tía Úrsula” en referencia a la esposa del matrimonio dueño de la casa -una de mis bisabuelas paternas- que lindaba con ella).

Finalmente una última nota. Durante la II República la nueva corporación la denominó “valle de Colle” pero en la práctica nunca se dejó de utilizar su nominativa referencia. Después retomó oficialmente su denominación original.

Disfrutemos pues tanto de esta histórica calle como del cálido sol que la baña y que es especialmente agradable para un relajante paseo en cualquier época del año.

© Juan Carlos García Caballero



La enseñanza en Boñar (y IV). El instituto

Para conocer la trayectoria de la enseñanza media en la villa de Boñar es necesario remontarse a 1.952 cuando el ayuntamiento boñarense solicita la creación de un Centro de Enseñanza Media y Profesional, petición que debió de caer en el olvido más o menos intencionado durante más de una década. El quinquenio 1.965-70 va a resultar determinante.

El decreto de 17 de enero de 1.963 del Ministerio de Educación Nacional (en adelante MEN) sienta las bases para la erección de colegios de enseñanza secundaria. En el verano de 1.965 visita Boñar el inspector de Enseñanza Media del distrito universitario de Oviedo. En ella informa de la concesión de beneficios para la solicitud del mismo. El pleno municipal de 24 de agosto de 1.965 aprueba el proyecto definitivo del Colegio Libre Adoptado (en adelante CLA) que había sido encargado al arquitecto D. Miguel Martín Granizo que lo cifró en la cantidad de 4.706.717,56 pesetas (casi 28.000 euros). En la misma sesión plenaria se toman tres acuerdos: su edificación en un solar de “las eras” de 5.100 m2, iniciar los cuatro cursos del Bachillerato Elemental con un coste de 200 ptas. por alumno y mes y establecer un aval para la obra de una cuantía de 400.000 ptas. (2.400 euros).

En octubre de 1.967 el MEN comunica la resolución favorable para la incorporación al sistema educativo del CLA de Boñar. En mayo del año siguiente se adjudican las obras al contratista Floreal Mendoza.

Para no perder el curso 68/69, el primer curso se inicia en locales propios del ayuntamiento. En ese momento son 189 alumnos los beneficiados.

El pleno de 20 de noviembre de 1.969 acuerda denominar al CLA de Boñar con el nombre de “Pablo Díez-Rosario Guerrero”, en reconocimiento a la laboriosidad, calidad humana y actitud continua, solícita y generosa para que el centro abriera aportando una donación de dos millones de pesetas para la dotación de servicios y acondicionamientos varios.

En 1.975, con una nueva reforma educativa en marcha, se solicita al Ministerio de Educación y Ciencia un Centro de Enseñanza Media Concertado Homologado ofreciendo para ello el antiguo CLA que está siendo entonces vallado con bloques y hormigón. A finales de 1.976 el ayuntamiento obtiene la autorización para 8 unidades y 320 plazas escolares.

La recta final de su historia momentánea se inicia en 1.987 cuando el pleno municipal muestra la necesidad de que el centro homologado de BUP-COU pase a titularidad del Ministerio. A partir del curso 189/90 pasa a formar parte del Instituto Ordoño II de León bajo la denominación de IES "Pablo Díez" de Boñar.

© Juan Carlos García Caballero

La enseñanza en Boñar (III). Camino de Valles

Corre el mes de abril de 1.955 cuando comienza a suministrarse medio litro de leche diaria a cada niño en las escuelas de Boñar según la propuesta de la Inspección de Servicios Escolares de León aceptada por el Ayuntamiento.

La corporación local va a recibir otra grata noticia a principios de agosto: la aprobación del proyecto presentado de nuevas unidades escolares y viviendas para maestros ante la Diputación provincial por un montante de unos 1.235 euros de ahora. Nacen así las escuelas del barrio del Pilar. Las unidades ya existentes desde los años 30 en el barrio se transforman en comedor.
La población escolar comienza a crecer con la explosión demográfica de los años 60 y ello llevará a nuevos planteamientos de recursos. Así a finales de agosto de 1.972 la Delegación Provincial del Ministerio de Educación y Ciencia anuncia ayudas para la Agrupación Escolar Mixta de Boñar. En un primer momento el Ayuntamiento de la villa ofrece para ello, además de los edificios ya existentes (incluido el actual instituto de que hablaremos en otro post), el edificio de la casa Moro en la entonces calle del Sargento Ceferino número 9 (hoy, C/Angel Ruiz).

Sin embargo, un año más tarde, el Delegado Provincial del MEC sugiere que se unifiquen las aulas en un solo centro para construir en el mismo edificio un comedor para 250 escolares. En octubre de 1.973 se elabora el expediente de comarcalización de escuelas en Boñar con 16 unidades.

El pleno del ayuntamiento aprueba construir el nuevo colegio en la finca de Valles Bajeros, de 8.450 metros cuadrados, el 23 de septiembre de 1.974. No obstante las obras del nuevo edificio se prolongarán hasta la primavera de 1.979. En septiembre de dicho año da comienzo el primer curso (1979/80) en el colegio de Valles, en la C/ Inocencio Mateo. Otros cuatro años pasarán para que el consistorio boñarés reciba definitivamente el colegio una vez se subsanan las deficiencias que se apreciaron en los primeros años.

© Juan Carlos García Caballero

La enseñanza en Boñar (II). La escuela infantil y primaria.

La enseñanza en el siglo XX va a olvidar una fórmula muy utilizada en la mayoría de los pueblos (arrendar un local de aula y una vivienda para el maestro) para empezar a dignificar la educación desde las iniciativas de los ayuntamientos.

En Boñar, este hecho se observa en el mismo edificio del ayuntamiento. Lo que hoy es la planta baja en la primera mitad del siglo XX albergó dos aulas y las respectivas viviendas de los dos educadores que impartían en ella su docencia.
Tenemos constancia que la Delegación Administrativa de Enseñanza Primaria había concedido una subvención para la construcción de 4 unidades (2 aulas y dos viviendas) a comienzos de los años 30 y que se realizaría en la zona cercana a las eras de la villa. Será la escuela de los niños.
Para las niñas hubo otra iniciativa educativa que trasladó su ubicación del ayuntamiento a la recordada "escuela de Dña. Julia" en los años 40-50, casa que posteriormente albergó el Bar Rumba y en la actualidad el Bar Las Eras, justo en la desviación para el Pinar de Adrados.

La escuela que abren las Ursulinas en la C/Herminio Rguez. en los años 40, en la casa de los arcos, no prospera mucho tiempo. Algunos años más de vida tendrá el colegio regido por las Carmelitas e instalado en la casa Moro (hoy Hogar del pensionista en la calle Angel Ruiz) a mediados de los 50.
© Juan Carlos García Caballero

La enseñanza en Boñar (I). Inicios en el siglo XVIII

Inmersos en la recta final del siglo XVIII, no podemos alejarnos de la actividad pastoral desarrollada por una de las personas más preocupadas por el avance de las zonas rurales de León. En el verano de 1.791, visita la villa del Negrillón el obispo D. Cayetano Antonio Cuadrillero.
El día 23 de julio, después de otras recomendaciones y revisiones, departió con los regidores de la villa. En la amigable conversación, le comentaron la falta considerable que les hacía el contratar a un maestro para la educación de los niños, y la imposibilidad económica del concejo para sufragar la posible asignación ya que carecían de recursos y arbitrios. Fueron ellos quienes le plantearon la idea de que la fábrica y los santuarios colaborasen en la construcción de una casita para la escuela y vivienda del maestro.
El obispo Cuadrillero manifestó sus deseos de sumarse a la iniciativa para lo cual unieron sus fuerzas Iglesia y Concejo. Los comisionados concejiles, D. Diego Alfonso y D. Baltasar Rguez., le hicieron partícipe de que cada vecino contribuiría con una hemina de pan, cinco cargas en total, que darían cobradas por el mayordomo de la iglesia. Además, proporcionarían los materiales y el transporte necesarios.
Su Ilustrísima asignó "por aora para dotacion del maestro doce fanegas de trigo, las ocho que haia de dar la Iglesia y las quatro las cofradias de Ntra. Sra. de La Vega y San Roque y asimismo asigno para la expresada obra tres mil reales, los mil y quinientos de los efectos de la Iglesia, ochocientos de la cofradia de La Vega y setecientos de la de San Roque".
Daba comienzo la enseñanza infantil en Boñar.
© "Boñar. Final de un histórico letargo" páginas 138-139

Calle Santa Teresa de Jesús

Esta calle de unos 120 mts. sirve de unión entre la C/Teniente Coronel Bocinos (arranca en el puente sobre el Arbejal) y la C/ Escuelas (a la altura del instituto). ¿Qué ocurrió para que lo que era el camino a las eras fuese "bautizado" con tal nombre?

Un poco de historia
Sta. Teresa de Jesús, nació en Ávila, el 28 de marzo de 1515. En la profunda tristeza de la muerte de su madre cuando ella contaba con 14, cayó en sus manos "Las Cartas de San Jerónimo" y supo que su vocación religiosa sólo acababa de nacer. A los 20 años profesó sus votos en el convento de las Carmelitas de su ciudad.
Tras sufrir, seguramente, la fiebre palúdica, de la que se recuperó en su casa paterna vuelve al convento donde su encanto, simpatía y alegría contagian a quien se pone en contacto con ella. Fue en esa época cuando comenzó sus primeros encuentros místicos con el Señor. Contó con la guía espiritual de dos grandes santos de la misma época, S. Pedro de Alcántara y S. Juan de la Cruz junto con quien acometería la reforma del carmelo. Sta. Teresa, viendo la laxitud en la que habían caído la mayoría de los conventos carmelitas, en gran medida por su excesivo número de monjas ("La experiencia me ha demostrado lo que es una casa llena de mujeres. Dios me libre de semejante calamidad", llegaría a exclamar) y valorando la riqueza espiritual que aportaba una vida más sosegada, entregada a Dios y a su alabanza, se propuso fundar un nuevo convento para lo que contó con la ayuda de una viuda rica que le entregó una casa y obtuvo el favor del obispo y de la superiora Provincial.
Así se inició la reforma carmelitana.Se ganó para su causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835 conventos en el mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.

Santa Teresa descansó sus últimos quince días de vida en el convento de Alba de Tormes (fundada por ella el 25 de enero de 1.571). Murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre(sí 15 porque ese día empezó a regir el cambio del calendario, cuando el Papa Gregorio XIII añadió 10 días al almanaque para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por años). Su cuerpo, incorrupto fue muy pronto digno de devoción.

El brazo de la Santa
El 4 de junio de 1.963 llega a la ciudad de León, procedente de Asturias, el brazo incorrupto de la santa donde permanecerá varios días para su veneración. Con su llegada, el día 6 se realizará la solemne inauguración del nuevo Monasterio de las Madres Carmelitas Descalzas en la carretera de Asturias, seguida de misa solemne, bendición y clausura del nuevo convento.

Las monjas carmelitas de Boñar, que rigen un colegio en lo que hoy es el Hogar del Pensionista (antigua casa Moro) se dirigen al ayuntamiento de la villa para que con motivo de la visita que realizará la reliquia de la santa a Boñar el día 22 de junio se le dedique una calle para conmemorar tal relevante efeméride. El Pleno del ayuntamiento acepta la propuesta de las monjas y la hace suya. Cuando el brazo incorrupto abandona la villa ya ha dejado su "huella" marcada en la historia municipal.

© Juan Carlos García Caballero

C/ Juan Antonio Fdez. Gutiérrez. Víctima del terrorismo

Encuadre histórico del trágico suceso
En 1.964 PCE de Santiago Carrillo sufre una escisión de la que nacerá el PCE marxista-leninista una fuerza más a la izquierda que recriminará la blandura de su progenitora. Sus militantes inspirarán la organización española FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) que recurrirá al terrorismo en su lucha contra la dictadura de Franco. Aunque hasta el 24 de noviembre de 1.973 no se constituye formalmente en París con el respaldo de 11 organizaciones de ideología comunista, ya se habían redactado sus principios y acordado su existencia el 23 de enero de 1.971 en la ciudad parisina, en concreto, en el piso del dramaturgo estadounidense Arthur Millar, en una reunión coordinada por su amigo Julio Álvarez del Vayo, un socialista exiliado tras la guerra civil española. Que radicalizaría su postura hasta llegar a ser elegido el primer presidente del FRAP en enero de 1.974.
El 1 de mayo de 1.973, durante las tradicionales manifestaciones de la clase trabajadora en Madrid, el FRAP va a aparecer en escena por primera vez.

Juan Antonio Fdez. Gutiérrez
Comienzos del otoño de 1.952 en Boñar. Teodomiro Fdez. Alonso (natural de La Pola de Gordón), de 31 años, se había trasladado a la villa por motivos laborales para trabajar en las minas cercanas y desempeñaba la labor de especialista mecánico en el exterior de ellas. Su mujer, Manuela Gutiérrez Bayón estaba a punto de dar a luz. El feliz acontecimiento sucedería la noche del 26 de septiembre. El varón sería bautizado con el nombre de Juan Antonio.

La fecha fatídica
El discurrir de los años hizo que el joven Juan Antonio entrase en el cuerpo de la Policía. En 1.973, estaba asignado a la Brigada Político-Social (BPS) con el rango de subinspector. Junto con dos compañeros, Bienvenido López García -inspector de tercera- y Faustino Peñabad Castro –policía armado- estaban vigilando a los manifestantes del 1 de mayo desde su coche patrulla en las cercanías de Antón Martín, en concreto, en la calle Santa Isabel, cuando un comando de el FRAP mezclado entre los asistentes preparados con hachas, cuchillos y barras de hierro les atacó. Juan Antonio recibió varias heridas por arma blanca al igual que sus dos compañeros.
Trasladados de urgencia a la clínica privada de la ciudad sanitaria provincial “Francisco Franco”, Juan Antonio fallece a los pocos minutos de ingresar.

La despedida
A las 11 de la noche el féretro llega a la sede de la Dirección General de la Seguridad siendo recibido por el Director Gral. de Seguridad, Eduardo Polanco Rguez., y por el Jefe Superior de Policía, Federico Quintero Morente. Cubierto con la bandera de España es introducido a hombros por sus compañeros.
Al día siguiente por la mañana, en la capilla ardiente, sus familiares reciben el pésame de una multitud entre la que destaca el vicepresidente del Gobierno, el almirante Carrero Blanco y muchos compañeros de las brigadas social y criminal y de la policía armada. Reciben también las condolencias de la Sección Femenina a través de un telegrama de su delegada nacional Pilar Primo de Rivera.
Puesta en marcha la comitiva fúnebre hacia Boñar llega a la villa sobre las seis de la tarde donde les espera autoridades provinciales (gobernador civil, presidente y vicepresidente de la Diputación, el comisario jefe, el General de la Guardia Civil, el delegado de Educación y el de Vivienda) y la corporación municipal local para conducirlo a la capilla ardiente que se instala en la casa consistorial.
Al día siguiente, 3 de mayo, se oficia el funeral a las doce y media de la mañana. Los titulares del Diario de León definen muy bien el ambiente “Crimen en Madrid y dolor en Boñar”, “Boñar en Dolor”.

El homenaje póstumo
La corporación municipal encabezada por el alcalde Félix Población Población aprueba en la sesión plenaria del 9 de octubre de ese mismo año homenajear a Juan Antonio Fdez. Gutiérrez dando su nombre a la calle que une la C/Ildefonso Valcuende (actual C/Herminio Rguez.) con la Avda. del Generalísimo (actual Avda. de la Constitución).

Desde aquí mi sencillo homenaje y recuerdo a un joven cuya memoria parece haberse diluido, como la de tantas víctimas del terrorismo, en el silencio de la historia. No podemos permitirnos el lujo de olvidar a quienes dieron su vida para que tuvieramos una vida tranquila y segura. Mi recuerdo y afecto también a su familia.

© Juan Carlos García Caballero


Y el teléfono llegó a Boñar

Si algún convecino que vivió hasta 1.950 "levantara la cabeza" y viera la tecnología telefónica actual se llevaría un buen susto o pensaría que estos aparatos que nos colocamos en la oreja sin más son obra del mismísimo demonio.

Y es que la historia del teléfono en Boñar arranca en la década de los años cuarenta cuando el día 11 de enero de 1-944 la Excma. Diputación Provincial de León remite un escrito al ayuntamiento de Boñar, regido por D. Pío Reyero Suárez, en el que comunica que concederá una ayuda a los ayuntamientos interesados en la instalación de Teléfono. El valor de la ayuda para Boñar será de 4.700 pesetas, estando ya el tendido en marcha.

En esa primavera se cede a la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) la casa de Orencio Gutiérrez Rguez. en la calle Emilio Rguez. (actual José Fdez.) para la instalación de la Central de Teléfonos de la villa.

Tras este primer paso se sucede el intento del ayuntamiento para la CTNE lleve a cabo una red urbana de teléfonos. Sin embargo, en carta remitida el 23 de marzo de 1.946 la compañía le participa de la imposibilidad actual para acometer tal obra.

En 1.949 el ayuntamiento ofrece al Jefe de Telefónica un nuevo emplazamiento para la implantación del servicio urbano de teléfonos: el número 1 de la Calle Inocencio Mateo junto a la plaza. Durante el año siguiente se cubren los trámites necesarios y además se dan seis nuevas líneas telefónicas, una de ellas la del propio Consistorio boñarés.

Por fín, el 24 de febrero de 1.951, a las seis de la tarde era inaugurado el nuevo Servicio Urbano de Teléfonos de Boñar. Aunque joven, aún recuerdo la cabina en el local según se entraba a la derecha o la ventanilla situada a la izquierda desde la cual sobre todo Gelines Gutiérrez, pero también María Carmen, Elvira o Carmen (ésta de Palazuelo) atendían a los usuarios.
En 1.972 la Compañía telefónica arrienda un local en la Plaza Calvo Sotelo (actual plaza del Negrillón) para instalar un servicio telefónico automatizado que ayudará a la generalización del teléfono en los domicilios particulares.

© Juan Carlos García Caballero


El cuartel de la Guardia Civil de Boñar

Boñar, como cabecera de comarca, fue un punto neurálgico y estratégico para centralizar diversos servicios. El ámbito de la seguridad y el orden no iba a quedar descuidado. Destacamento de la Guardia Civil hubo desde la segunda mitad del siglo XIX. Otra realidad es su enclave físico determinado y permanente.

En el siglo XX podemos observar como tras la Guerra Civil. se realizan diversos intentos por poder construir un edificio que albergara a la guardia civil. Me refiero más en concreto al año 1.941 cuando preside el ayuntamiento de la villa D. Malaquías Revuelta Rguez. La corporación municipal, visto el anuncio oficial del Instituto de la Vivienda según el cual este organismo facilitaría-adelantaría el 90% del coste (el 40% sin intereses y el 50% restante al 4% a pagar en 40 años), inicia los contactos pertinentes.

Cuando el alcalde se entrevista con el Teniente Coronel de la Provincia de León se ve la posibilidad de construir un cuartel con 23 pabellones. Sin embargo, y pese a que el ayuntamiento compromete 77.000 pesetas, el coste sigue siendo excesivo y el proyecto quedará en suspenso de momento. Ello no quiere decir que no haya actividad de la guardia civil y que no tengan un "cuartel" en unas casas alquiladas en el primer tramo de la calle Corredera, en la zona de "la calzada".
Cinco años más tarde, con D. Pío Reyero Suárez de presidente municipal, el ayuntamiento solicita a la Junta Administrativa de Boñar la cesión de la parcela de "la Heras" para la posible ubicación del cuartel. Se insiste en la voluntad municipal para la obra pero el Gobierno Civil informa que no puede ayudar debido a los compromisos ya adquiridos y pese a la disposición de recursos que se muestran.

La solución definitiva va a tomar forma bajo el alcalde D. Angel Ruiz Fdez. en la década de los cincuenta. Después de mucho insistir, el Teniente General que dirige la Dirección General de la Guardia Civil, pide la copia de la cesión de un solar de 3.000 metros cuadrados y del compromiso de aportar 160.000 ptas. para los pabellones por parte del Ayuntamiento. En un primer momento la corporación boñaresa recibirá el varapalo de la Diputación Provincial que no concede el préstamo necesario para acometer la obra.

El Ayuntamiento de Boñar acude a la Caja y Monte de Piedad de León para solicitar un crédito de 158.400 ptas. que le es concedido. Al mismo tiempo se solicita a la Junta Administrativa de Boñar la cesión de los terrenos necesarios en "La Loma", lo que hace ésta en escrito de 3 de marzo de 1.956. En abril el Ayuntamiento cede gratis este terreno al Estado para que se inicien las obras de construcción. Al año siguiente se comienza primero el desmonte necesario y la posterior construcción del edificio definitivo que alberga el cuartel de la Guardia Civil de Boñar.

© Juan Carlos García Caballero

El castro antiguo de Boñar

Debido a la presión de diversas tribus de origen germano, varios grupos célticos emigran hacia el sur de Europa y se distribuyen por toda la península ibérica, en especial por su mitad norte. Los arevacos se asientan cerca del nacimiento del río Duero, los vaceos hacia la actual provincia de Zamora...

Entre estos nuevos visitantes permanecen generaciones de tribus indígenas que habían iniciado la exploración de los valles altos de la vertiente leonesa de la cordillera Cantábrica y que serán celtizadas en mayor o menor medida. Ya en el siglo II a. de C. dos pueblos prerromanos destacan por su asentamiento e influencia celta. Me refiero a los astures y a los cántabros.

El historiador Claudio Sánchez Albornoz coloca significativamente la frontera leonesa entre ambos en la cuenca alta del Porma: los astures hacia el poniente de la línea imaginaria que uniría el puerto S. Isidro, Cofiñal, Vegamián y Boñar (de aquí a Cistierna, Puente Almuhey para descender el Cea y untarse con el Esla en Benavente) y los cántabros hacia el saliente de dicha línea.

Este mismo momento coincide con la cultura castreña en esta misma zona. Las peculiaridades del terreno apuestan en firme por la propagación del modelo galaico de los castros ante lo inadecuado del modelo meseteño diseñado para zonas más llanas.

Orientados al norte sobre el Puente Viejo de Boñar, avistamos el castro en el término denominado "El Chivero". De forma ovalada, aprovecha la pendiente hacia el río, en la parte sur, y el corte topográfico labrado por uno de los arroyos que surcan Pico Cueto, en el norte y el este. En su parte occidental la defensa desaparece debido a una franja llana por la cual se accede al interior del mismo. Sobresalen en superficie dos altozanos enlazados pur una insignificante vaguada y una muralla de piedra derruida (apenas perceptible por la cubierta vegetal) que recorre de soroeste a noroeste todo el lateral , escorando sus rampas al mediodía.

Si sus habitantes más probables han sido los astures bien podemos saber sus costumbres gracias al testimonio que recogen el historiador griego Estrabón (en su tercer libro de la obra Geográfica) y su homólogo romano Dión Casio. Amantes de la libertad y con una alimentación basada en la recolección de frutas y frutos. Con las bellotas (producto esencial de su dieta durante casi todo el año), una vez molidas y secas, elaboraban un pan que duraba bastante tiempo. Guisaban con manteca en especial la carne de cabrito.

Los hombres se distinguían por una vestimenta oscura y una cinta ceñida a la frente que sujetaba sus largos cabellos. Las mujeres preferían adornar sus vestidos con motivos florales. Dormían en el suelo y tuilizaban lanzas, espadas y puñales para el combate y la caza. Eran valientes y fieros de carácter. En su organización social existía un fuerte vínculo que unía a los individuos de una misma gentilidad: la consanguinidad, la afinidad familiar.

Sus viviendas, de pared de piedra se remataba por cónicos tejados elaborados con caderas y elementos vegetales (urces, pajas...). En su interior, la habitación dedicaca a vivienda colocaba pegado a los muros de piedra un banco en donde se distribuían los componentes de la familia según su edad. El fuego se colocaba en medio de la estancia.

(Cf. "Boñar. Final de un histórico letargo" páginas 42-45)


La granja del monasterio de Vadediós en La Vega de Boñar

Santa María de Valdediós fue fundado el 27 de noviembre de 1200 por los reyes de León Alfonso IX y Berenguela, los cuales donaron a la abadía de Sobrado (La Coruña) el valle de Boiges (al sur de la actual villa asturiana de Villaviciosa para que fundara en él un nuevo monasterio cisterciense. La estrecha relación entre el monarca y la abadía hace crecer la importancia de este monasterio.


El hito histórico que nos interesa es el acaecido seis años más tarde. El 2 de abril de 1.206 el rey leonés les concede el permiso para levantar un manasterio en la cuenca del río Porma, cerca de Boñar. A ello se une la donación en el lugar de prados, heredades y todo cuanto allí posee el rey. Así se inicia la historia del monasterio de Vadediós en La Vega de Boñar.


Esta medida no fue bien acogida por el obispado leonés. No entendían como el mismo rey que les había dado el permiso para extender su posesiones desde Mansilla hasta las villas y lugares de Boñar y Lillo cinco años atrás, ahora bendijese la llegada de "competidores". Ello supuso el inicio de acciones legales que llegaron hasta el mismísimo papa Inocencio III que desde la ciudad italiana de Viterbo dio poderes al obispo de Astorga el 24 de septiembre de 1.207 para que interviniera en el conflicto entre obispo de León y monasterio de Valdediós, y oídas las partes, resolviese la causa. Según se desprende de la "litterae executorie", el pontífice ya conocía que el rey leonés había bendecido la llegada del monasterio del que había puesto la primera piedra. La resolución favoreció a Valdediós.


Muy posiblemente, esta conflictividad llegara a frustrar un proyecto que hubiera supuesto una situación mucho más tensa entre ambas instituciones eclesiásticas. Me refiero al fallido intento de trasladar el cenobio fundacional de Valdediós a La Vega de Boñar como consecuencia de la climatología asturiana más adversa. Estos hechos se datan en 1.218. Tras la decisión de permanecer en Asturias se comienza a construir el templo abacial. Y prosigue la vida en la granja monástica boñaresa.

La gracia regia supuso en la práctica la configuración de la Real Jurisdicción de La Vega de Boñar que integraría a este núcleo poblacional además de Adrados, Las Bodas, La Debesa de Boñar, Llamera, La Mata de la Riba, Valdecastillo y Voznuevo. Estructura que perdurará hasta la configuración de los ayuntamientos en el siglo XIX. Esta Real Jurisdicción estaba gobernada por la granja de Valdediós que nombraba juez ordinario en el concejo. La comunidad monástica no pudo ser muy importante. De seguro sabemos que en el periodo de los siglos XVII-XIX era un único religioso el que habitaba en La Vega. Cabe la hipótesis de que en un inicio pudieran ser tres.

Sea como fuere, el final de este monasterio llega 634 años después de su fundación en pleno proceso de desamortización. En ese momento su prior (fray Fernando de la Hennan) administraba cuatro tierras de siete fanegas de sembradura y dos prados que daban tres carros de hierba. La tramitación de su expediente por el contador de Arbitrios de la provincia de León, iniciado el 22 de agosto de 1.838, calcula el valor de las rentas en 303 reales y 20 maravedíes. La casa-priorato que habitaba el fraile, fue capitalizada separadamente con un valor en venta de 6.527 reales. El madrileño Joaquín Alvarez Quiñones adquirió las fincas por 18.100 reales y el zamorano Miguel Arias Cachero (muy ligado a la familia de los "Alfonso" de Boñar) la casa por 10.000 reales.


¿Cuál es su historia más reciente? Una ruina que camina hacia el derrumbe de la única pared que le queda en pie y no completamente. Una dejadez que amenaza con borrar para siempre todo un símbolo histórico de Boñar y su municipio. Y las distintas administraciones colaborando activamente con su silencioso pasotismo. Al menos tenemos la fortuna de recordar lo que pudo ser el monasterio con esta instantánea realizada en 1.974 por José Manuel Villa Revuelta (gracias Pepe) incluida en mi libro (gracias Pepe).


(Cf. "Boñar. Final de un histórico letargo" pp. 70-71, 103 y 150-151 y archivo personal del autor)

Juego sobre la Historia de Boñar


¿Qué tienen en común el municipio de Boñar y este sepulcro de la catedral de León?
Pista 1: Se trata del sepulcro del rey Ordoño II situado en la girola, justo al otro lado del retablo principal del presbiterio.
Pista 2: Vivió en el siglo X
Pista 3: Hizo una importante donación a esta zona
SOLUCIÓN:

Prehistoria de Boñar: El hacha calcolítica de Boñar

Durante el Neolítico las condiciones climatológicas y los nuevos soportes técnicos permitieron el desarrollo de la ganadería y la agricultura así como la emigraciones y la posterior estabilización de núcleos poblacionales en las zonas más septentrionales de la península ibérica. La calidad de vida y la explotación de nuevos espacios favorecieron el crecimiento demográfico. No obstante habrá que esperar a comienzos del tercer milenio ante de nuestra era para asistir a la utilización de los metales.

Gordon Childe, un eminente estudioso de la prehistoria, explicó el acercamiento del hombre a regiones metalíferas como el resultado de la búsqueda de piedras estimadas. La utilización del cobre, un material maleable fundido pero duro y resistente una vez enfriado, dará origen al nombre de un periodo histórico, el Calcolítico.

Las condiciones de las primeras ondulaciones cantábricas de León definían un espacio atractivo y rico en recursos materiales y naturales. Algunos grupos de indígenas llegaron a estos lugares, también a la cuenca del Porma. Su presencia se atestigua con escasos pero relevantes vestigios hallados con relativa modernidad.
De los alrededores de la peña La Salona, hacia La Calda, fue rescatado un hacha-escoplo de cobre cuya datación cronológica la sitúa entre los años 2.700-2-400 antes de Cristo. Su tamaño es singularmente reducido (129 x 49 x 13´5 mm.), su sección biconvexa y su forma trapezoidal encajan en las características de otras hachas localizadas en lugares relativamente cercanos como Redipollos o Aralla.

Supe de su existencia al consultar la tesis doctoral de Jose Avelino Gutiérrez González "Poblamiento antiguo y medieval en la montaña leonesa central" (León 1.985), dentro de la cual dedica un capítulo a los hallazgos y a los poblados de la cuenca del Porma durante toda su historia. Esta obra guiaba hacia otra más general, el "Catálogo monumental de la provincia de León", en dos volúmenes, de Manuel Gómez Moreno. Ello condujo a conocer que se hallaba depositada en el museo provincial de Ávila.

Puesto en comunicación con dicha institución, cuya sede se encuentra en el Palacio de los Deanes, cerca de la puerta de la catedral pero en el exterior del perímetro amurallado, fui amablemente atendido por su directora en ese momento (1.994-1996) Dña. María Mariné Isidro que se puso sin tardanza a consultar los fondos custodiados. Así en la caja inventariada con el número 95/88/14, descansa este pequeño pero crucial objeto histórico de Boñar que tuve la fortuna de examinar "in situ" en la visita que realice a dicho museo en septiembre de 1.998. Un día emocionante en el cual pude retroceder 4.700 años de nuestra historia. Mi gratitud al museo provincial de Ávila y a su directora.


(cf. "Boñar. Final de un histórico letargo", páginas 41-43, 174, 191)

El puente viejo de Boñar o "La puente de san Pedro"

El contexto histórico en el que nos situamos es el final del siglo XIII e inicios del XIV, en el reinado de Fernando IV el Emplazado (Sevilla 1.285-Jaén 1.312) nieto del famoso Alfonso X el Sabio. Sube al trono tras la muerte de su padre Sancho IV (+1.295). Se dedica a reforzar la reconquista en el sur peninsular y a gobernar sus territorios.

Tengamos en cuenta también que el monasterio de Valdediós, desde su tierra asturiana cercana a Villaviciosa, había atravesado la cordillera Cantábrica y se aposentó en La Vega de Boñar allá por 1.206, más en concreto, el 2 de abril cuando el rey Alfonso IX le concede permiso para levantar un monasterio en este anejo a la villa de Boñar.
No olvidemos tampoco que en Boñar nos encontramos con dos ramales secundarios del Camino de Santiago, uno que ascendía valle del Porma arriba para descender hacia la cámara santa de Oviedo y otro que discurría en paralelo de la cordillera y que era utilizado para escapar del calor del estío de la vía principal santiaguesa.

Vemos como Boñar y su vega se configuran como un nudo de comunicaciones importante y como punto estratégico de intercambios comerciales. Sin embargo debe contarse con un elemento natural que debía ser salvado: el río Porma.
Sus aguas bravas debían sortearse en un paso concreto y no lejano al núcleo poblacional. Muy posiblemente existiera ya un pequeño puente (quien sabe si desde la época romana) cerca de las caldas de la villa, que recibiría las embestidas derivadas del deshielo primaveral y de las ocasionales pero desastrosas crecidas por las tormentas estivales lo que derivaría en continuas reparaciones del mismo.

La solución definitiva a este acuciante problema se gesta el 25 de agosto de 1.305 cuando Sancho Sánchez, Juan García y García Fdez., por mandato del rey Fernando IV, redactan en Burgos la concesión del pontazgo "de la puente de san Pedro de Boñar" al monasterio de Valdediós. En compensación por la merced, el monasterio encargará cada año una misa a un capellán para rogar por las almas de sus antepasados y por la vida y salud del otorgante.

Por lo comentado en el documento tanto el hospital que acogía a "los homes y mugeres probes e los romeros que vinen y llegan" como el propio puente se hallaban en muy mal estado. El Porma es calificado como río fuerte y peligroso. Todo el que cruzare el puente, excluidos los vecinos del concejo de Boñar, debería pagar cierta cantidad de maravedís "De cada carro que por ai pasare cargado quattro noveno y del vazio dos mrs. e de las Bestias cargadas dos mrs., e de las Bacas e de los Bueyes dos mrs., de cada una e de las cargas de Madera dos mrs. de cada una, e de las obejas y caerneros e cabras y cabrones ansi como lo usaron siempre en tiempos de los Reyes, onde yo vengo en los ottros lugares de mis Reinos". Queda aclarado que estos ingresos deben destinarse con prioridad al mantenimiento y reparaciones del puente y del hospital.
El diseño definitivo alumbró ocho bóvedas dibujadas mediante una esmerada composición de sillares. Su altura máxima tocó los 4'73 metros y la anchura de luz de la bóveda más grande llega a los 9'40 metros sobre el río. La unión de las bóvedas se realiza en imponentes pilastras protegidas, en ambos lados por tajamales o adiciones pétreas en forma de ángulo que cortan la corriente de agua brindando así una protección auxiliar a la construcción.

Termina el documento con una advertencia dirigida a quienes no respeten la Real Cédula de esta concesión regia. Quienes la desoigan serán obligados a "pechar" (pagar) 1.000 maravedíes de moneda nueva. Alfonso XI el Justiciero (1.311-1.350) confirma la concesión hecha por su padre el 27 de mayo de 1.331 en Talavera, validando los Privilegios, Franquezas y Cartas que el monasterio de La Vega de Boñar recibió de su antecesor y reafirmando la multa fijada en ellas.

Pero la picardía fue la respuesta a tales privilegios. Los habitantes de Lillo y otros personajes con intereses en estas tierras y pastos adyacentes buscaron entonces cartas que los eximieran de desembolsar dinero para satisfacer el pontazgo del puente de Boñar. Esta postura, alentadora de exenciones falsificadas, proliferó hata el punto que los monjes de Valdediós tuvieron que solicitar otra Carta Real que dejase sin efecto las abundantes exenciones que circulaban o que, al menos, denotara el rango superior de su Real Cédula y la obligada pleitesía a la misma. Esta Carta fue sellada en Valladolid el 12 de noviembre de 1.334.

En el transcurso del siglo XIV la situación se deterioró. No sólo presentaban exenciones los habitantes de la zona de Lillo "Iglesias e ciudades o villa, o lugares o conzejos o personas, particulares, de cualquier estado o condición" arribaron al conjunto de los presuntos beneficiados. Por ello, Enrique II tuvo que encargar a uno de sus escribanos, Pedro Alfon, en 1.394 que confirmara la concesión del pontazgo y elevase la multa a 6.000 maravedíes.

Con la desamortización (término que enmascara la legalización del robo del Estado a todos los niveles)de bienes eclesiásticos nobiliarios y de propios de los ayuntamientos, el pontazgo pasó a depender del ayuntamiento de Boñar que siguió obteniendo usufructo del impuesto hasta 1.860.

En la actualidad, estamos todavía a la espera de que se incoe un expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural de este hermoso puente cuya vida está perfectamente documentada.

Debe advertirse que lo poco que se ha escrito sobre este puente parece no encontrar un equilibrio sobre su origen exacto. La opinión que me he ido formando a la vista de numerosos datos la expongo en cuatro momentos que se han sucedido en el tiempo:

1- El lugar fue muy probablemente elegido como paso ya en época romana

2- A raíz de la concesión del pontazgo se realizó una primera fábrica de corte medieval, con el típico perfil alomado en su parte central.

3- En el siglo XVII sufrió una reforma importante que conservaría la mayoría de las pilastras a partir de las cuales se establecieron parte de las arcadas actuales.

4- Durante la primera mitad del siglo XVIII se derrumbaron arcos en dos ocasiones diferentes lo que provocó peticiones y pleitos entre la Real Jurisdicción de La Vega de Boñar (regida por el administrador de Valdediós) y la Jurisdicción de Boñar (propia del marqués de Astorga y del duque de Uceda, por mitad) sobre quien tenía que correr con los gastos de las reparaciones.

(c) Juan Carlos García Caballero y cf. "Boñar. Final de un histórico letargo", páginas 85-87